El Laberinto de Horta (Barcelona)

Puede parecer una tontería, pero el domingo estuvimos en el Laberinto de Horta y a lo largo de todo el paseo me sentí como en aquella película de Peter Weir, Picnic en Hanging Rock (1975). El recorrido del parque era sinuoso y plagado de recovecos silenciosos, como una preparación para encontrarte con el laberinto, que finalmente aparece despojado de naturaleza, como una isla sobre el misterio.

Puede que también influyera en la inquietud que era un día soleado, inusualmente cálido y sin trinos, pues todas las aves habían sido encerradas para no contagiarse de la gripe.

Tampoco funcionaban la mayoría de las cascadas, que aparecían como heridas en el paisaje.

Un parque selvático, tórrido y vacío que acaba en un laberinto en el que te pierdes y tardas en salir. Un lugar sorprendente, como el de esa historia a la que he aludido, la de Hanging Rock.

Probablemente esta no sea una referencia muy meritoria, ya que a cualquiera en un espacio así puede venirle a la mente esta estupenda película. Pero aprovecho esta entrada para recomendar la visita a ambos, filme y laberinto, a ser posible en una tórrida tarde de verano, y sin compáñía ninguna.

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EL DISCIPULO CATALAN DEL MEDICO DE LAS SS DDR. JOSEF MENGELE

(Todo esto me recuerda al universo emanado
de la oreja podrida que encontró Kyle MacLachlan (Terciopelo Azul, Blue Velvet, David Lynch, 1986)

Mi otorrino de la Seguridad Social (en adelante la SS) es un señor muy simpático
que habla todo el tiempo en un catalán muy gutural,
como si portara en su nariz una eterna pinza.

A mi otorrino de la SS no le interesa que le entiendan
pero al muy jodido tampoco le interesa que le escuchen
y de hecho es una evidencia que él tampoco escucha a nadie.

¿Será real mi otorrino?
¿Tendrá mi otorrino problemas bucofaríngeos?

¿O será que mi enfermedad es de otro tipo
y que en realidad habito alguna oscura mazmorra de un psiquiátrico?

No sé qué dices, otorrino, porque hablas como un simio
tu boca se mueve en espasmódicos gestos
(no tengo ánimo de insultarte pero es la verdad).

Cada vez que va a tu consulta un árabe, o un latino, o un chino
y la enfermera simultáneamente traduce a otro idioma esa semijerga
que sale de tu otodiarréica boca:

...yo me pregunto:

¿Señor otorrino de la SS, es usted un discípulo directo del doctor Mengele?
¿Su ética profesional es la misma que la de aquél?
¿Pretende realmente usted curar a sus enfermos, o nos está haciendo algún tipo de demostración?
¿Es usted consciente de que las personas también pagan sus impuestos a la SS,
que casualmente es el organismo que le hace a usted los ingresos en su entidad bancaria?
Nosotros conocemos bien nuestros motivos para pagar a la SS,
pero... ¿Puede explicarnos los motivos por los que usted nos cobra?

Ya sé señor otorrino de la SS,
que tiene usted 64 inviernos
y que está a punto de jubilarse
por lo que en poco más de un año estaremos todos curados
(o al menos estaremos en tratamiento)

Mire usted que su amigo el Carod
ha sufrido una angina de pecho.

Así que no se estrese y siga usted
soltando esas culebras anudadas
a sus cuerdas vocales.

Que algún día la flauta sonará
y la culebra danzará
al ritmo de unos ojos vivarachos
porque usted no estará
y el mundo volverá a ser un lugar (semi) inteligible.