El desprecio a los ancianos y a la familia tradicional
Barcelona es una de las ciudades de España donde viven más personas mayores en estado de grave soledad. No suelen pasar demasiados meses sin que se descubra algún caso de anciano que ha fallecido en su casa sin que nadie se diera cuenta hasta tiempo después.
La exclusión social (en muchos casos autoexclusión) y la desprotección, unidas a otros factores como el boom inmobiliario, hacen que estas personas se conviertan en un colectivo fácil para quienes se dedican a adquirir viviendas muy por debajo de su precio real. Y también para los otros que, dada la enorme demanda de profesionales geriátricos y su consecuente carencia, aterrizan en los domicilios de los ancianos con la única idea de pisotearlos, ningunearlos, usurparles su espacio y apropiarse de escrituras de propiedad y de cuentas bancarias.
A este respecto apareció ayer la noticia de una hondureña que durante meses hizo todo lo posible por anular la voluntad de un matrimonio de 90 años con el que convivía en Girona: Detenida una cuidadora de dos ancianos en Girona por maltratos y amenazas con brujería.
La exclusión social (en muchos casos autoexclusión) y la desprotección, unidas a otros factores como el boom inmobiliario, hacen que estas personas se conviertan en un colectivo fácil para quienes se dedican a adquirir viviendas muy por debajo de su precio real. Y también para los otros que, dada la enorme demanda de profesionales geriátricos y su consecuente carencia, aterrizan en los domicilios de los ancianos con la única idea de pisotearlos, ningunearlos, usurparles su espacio y apropiarse de escrituras de propiedad y de cuentas bancarias.
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